20.8.11

El Maestro Tabarez y el Taller Vertical


Angela Perdomo

En estas épocas de fervor futbolero es inevitable informarse de estrategias, sistemas, conformación de equipos, objetivos y procesos deportivos.

Y se aprende, como de todas las cosas. Aun los menos versados en el tema, terminamos descubriendo  nuevas explicaciones a términos en los que nunca habíamos reparado.
Escuchando las entrevistas periodísticas, aparece que Uruguay juega al fútbol hoy más como “equipo” que como “selección”.
Muchos distraídos, creíamos que la selección nacional era equivalente a un equipo conformado por jugadores seleccionados para tal fin.

La sutil diferencia que hoy se hace, permite reflexionar sobre la continuidad de los procesos –como señala el maestro Tabarez--, que parece subyacer en los recobrados éxitos deportivos.

En la Facultad de Arquitectura, acaba de terminar la primer etapa del año --el primer semestre como le llamamos independientemente de su duración—y en los Talleres nos aprontamos para delinear los contenidos, conformación docente, así como los temas y estrategias didácticas a aplicar para los diferentes niveles de los cursos.

Independientemente de las señales que la libre inscripción nos viene dando desde hace tiempo, seguimos viviendo internamente una especie de realidad paralela que nos empeña porfiadamente en apegarnos a la tradición de la unidad pedagógica de la cátedra vertical.

Reunido “el equipo” docente, se vuelve a  pensar en los procesos de continuidad entre los niveles que llevaría a un estudiante teórico que ingresa en Anteproyecto Introductorio
a realizar determinados ejercicios que le permitan integrar los conocimientos necesarios para  abordar luego los contenidos del próximo semestre de Anteproyecto I y así sucesivamente.

Algo así como pensar que la Sub-17 será luego sub-20 y éstos—como diría Tabarez—los posibles sucesores de los suplentes de la selección nacional. Una escuela, pensada por un “maestro”. Y que aparentemente, está resultando una buena estrategia en el deporte nacional.

Pero ¿que pasa al interno de nuestra “escuela” de Arquitectura a nivel de la asignatura de “Proyectos”? Los procesos son cada vez más cortos, llegando en muchas ocasiones a tener la duración de un semestre. La saludable iniciativa histórica de dar la posibilidad de elegir “diferentes enfoques” a través de la existencia de una cátedra múltiple de libre inscripción, abre en el presente, una especie de “feria” de stands a los que visitar en el corto periodo de una carrera universitaria.

Navegar por el mayor número de sitios posible --como en Internet--, puede ser la saludable aspiración de un estudiante inquieto.
Pero ¿estamos los docentes preparados para asegurar los procesos de enseñanza - aprendizaje en esta perspectiva de la cultura del zapping?

El equipo docente que se reúne, discute y llega a acuerdos en un sistema de enseñanza que abarca siete niveles de cursos, aspirando a cumplir con la premisa de identidad conceptual de un enfoque disciplinar compartido, ¿es un esfuerzo pertinente en las actuales circunstancias?

¿O más que en equipo sería más conveniente trabajar bajo el concepto de la “selección”?
Reunir los sub-equipos docentes de acuerdo a cada semestre y cada nivel que --con los contenidos que obedeciendo a los objetivos del plan de estudios--, ofreciera una oferta variada con invitados para cada ocasión, podría tal vez ser una alternativa más adecuada a las expectativas del intuido imaginario estudiantil.

También, tal vez sería una manera más eficiente de utilizar los recursos económicos de que dispone la facultad.

No obstante, se perdería la razón de ser del Taller Vertical, con todas sus buenas cualidades, fervorosamente defendidas –entre otros--, por los protagonistas de otras escuelas de Arquitectura que ya han pasado por ese proceso de desintegración.

Cualquier visitante extranjero queda maravillado al reparar en el “lujo” que posee nuestra Facultad, con sus ámbitos preservados de trabajo en proyecto, reconocidos tanto en la estructura académica como en el propio espacio físico.

La docencia es esencialmente un fenómeno de comunicación.

Desde hace un tiempo ya bastante prolongado, estamos asistiendo a un cierto ruido  al que no logramos superar.

Algo así como si cada partido de la selección, emitido por muchos canales televisivos, estuviera siendo apreciado por un espectador que cambia de canal cada cinco minutos.

Seguramente si esto ocurriera, las empresas que manejan los medios de comunicación buscarían cumplir sus objetivos en la forma más eficiente. Lo cual significaría renunciar a emitir el partido por antieconómico, o asociarse para compartir los costos y utilizar la misma señal, equipos, etc.

También podría ocurrir que cada canal televisivo buscara aumentar el tiempo de su audiencia mejorando sus condiciones competitivas, auspiciando y financiando un seleccionado diferente, que cumpliendo la misma función, jugara otro partido solo emitido por ese canal.

Podría entonces resultar que el certamen fantasioso que aquí estamos imaginando, tuviera tanto equipos de fútbol nacional como medios de comunicación asumieran el desafío de promoverlos y  habría tantos campeonatos como organismos de gestión se presentaran a organizarlos.

Esta última alternativa, aparentemente disparatada, es la que más se asemeja a la situación actual de la enseñanza del proyecto en nuestra Facultad de Arquitectura. 

La libre inscripción estudiantil --regida por la cultura contemporánea de “probar” todo y  la aceptación del “cambio” como un valor--,  se asemeja a la medición de audiencia, dada en los números de inscriptos para cada curso y cada semestre.

No obstante, los equipos docentes y los entrenamientos para cumplir esa función están preparados de antemano, insumiendo recursos, esfuerzos y propuestas diferentes.

Todo ello para los cinco minutos que los estudiantes —pocos o muchos--, están dispuestos a otorgarle dentro del video clip  de su formación.

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