28.2.11

El espíritu del Gran Hermano


Todos los años, en los Talleres de la Facultad, pasamos por instancias de prueba en las que nos sometemos a una desconocida aprobación o rechazo “del afuera”.

La masa anónima del gran público estudiantil, decide nuestra supervivencia en el universo de la enseñanza de proyecto.

En los Realty show --tan de moda-- se insiste que no se trata de la vida misma, sino de “un juego” donde el entretenimiento televisivo consiste en ver como se sobrevive a las circunstancias y en especial a sus compañeros, a los que se deberá proponer eliminar, porque “solo uno” podrá ganar.

Los participantes ensayan todo tipo de estrategias, siempre “a ciegas” porque nunca sabrá que es lo que están interpretando “los de afuera”, que son los que finalmente eligen.

A medida que pasa el tiempo, se van desdibujando las reglas, se mueve el tablero, cambian los “gustos” del público, se valora como buen jugador otras cosas que éste desconoce.

“No les gustó mi juego” dicen los expulsados.

En los Talleres, los docentes se preocupan de recabar la opinión estudiantil al final de los cursos y se hacen evaluaciones conjuntas con los demás integrantes del cuerpo docente.

Se proponen cambios y nuevas ofertas antes del inicio de las inscripciones, se dan charlas (a las que concurre un escaso número de interesados) y se actualizan las páginas Web para que puedan consultar los que frecuentan ese medio.

Pero el éxito o el fracaso se miden luego en los números de inscriptos.

Si estos números no avanzan cuando ya se hizo todo eso para ofertar, los docentes comienzan a sentir males de estomago, dolores de cabeza, desconcierto y por último resignación.

“Son ciclos” –es el ensayado consuelo--, de los acostumbrados a las constantes crisis uruguayas.

Si por el contrario, las inscripciones aumentan, el éxito viene acompañado de cierto tipo de “fama”. Durante el periodo que este fenómeno permanece, “el afuera”: respeta y “el adentro”: aplaude.

Al final -- como enseña Gran Hermano--, tal vez sea solo “un juego”.

Cumplidas las reglas de calidad de la docencia universitaria, el resto también puede ser efecto del azar con que se nos representa la ingobernable subjetividad ajena.

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